Vista al frente

by Basketistas

Otra vez a las puertas de una nueva temporada. Ya dejamos atrás los meses puramente veraniegos y ociosos de julio y agosto y vemos llegar la antesala de la nueva campaña. Toca mirar hacia delante, definir los retos que se quieren afrontar, los compromisos que se está dispuesto a asumir y con decisión fijar la vista al frente.

Atrás deberían de quedar los tiempos pasados, en especial los momentos menos gratos y las experiencias menos enriquecedoras. Si se sabe hacer lectura en positivo, de todas ellas se habrá sacado algo en claro y todas nos habrán hecho mejores en uno u otro aspecto. También, por otra parte, van pasando los años en el deporte como en la vida y es lógico e inevitable que con el paso de ellos vaya tocando ir asumiendo cada vez más responsabilidades y compromiso.

Los objetivos

Tímidamente se va a ir cogiendo ritmo en la pretemporada y llegará el momento de ir fijando esos objetivos necesarios, personales y colectivos. El sólo hecho de hablar de objetivos ya denota una cierta ambición que puede resultar excesiva a oídos de algunos, pero hay que entender que nuestra generación de chicas ya tiene 13 años (varios ya practicando el baloncesto) y es normal que sean necesarios a estas alturas. El meollo de la cuestión es saber elegir bien esos objetivos, no pasarse de frenada ni quedarse cortos.

El nivel

De otras temporadas habremos aprendido que lo ideal es acertar primeramente con el nivel en que se quiere competir. Y cuidado, sale el verbo maldito: competir. Pero volveremos sobre él en un próximo post. Ahora decimos que es muy importante acertar con el nivel en que “meterse” a la lucha. ¿Quiénes no hemos dudado en algún momento sobre si se está en el nivel adecuado a mediados de una campaña sufrida?

Cierto es que aún dentro de un mismo nivel, muchas veces se tiene que ver a equipos “sobrados” que arrasan con el resto pero de estos no vamos a tratar. El hecho es que un club debe de plantearse primeramente cuántos equipos de una categoría (edad) va a poder hacer, en qué niveles los quiere/puede inscribir y el papel que en esos niveles cabe esperar de ellos. Y ese “puede” viene al caso de equipos que por no hacer dos B, inscriben un A muy justito o situaciones similares.

Es vital acertar con un nivel que fuerce una autoexigencia al grupo pero sin llegar a provocar una frustración por ver imposible alcanzar un nivel competitivo acorde con al menos un 50% de los equipos del grupo. Sin exigencia no hay progreso y se fomenta el acomodo, se pierde el sentido al trabajo diario si se va a ganar sobrado sin apenas esfuerzo. Por contra, estar inmersos en una dinámica de resultados negativos constante puede provocar un desánimo y la sensación de que ese trabajo diario no da frutos.

Los equipos

Luego tocaría componer las plantillas, partiendo de todos los jugadores que hay disponibles dentro de una misma franja de edad en el club. Un tema delicado este. Grupos de amistad, equipos cerrados de varias temporadas juntos, prejuicios y complejos suelen dar problemas a la hora de que los clubes puedan hacer los equipos atendiendo a criterios estrictamente deportivos, dando libertad plena a los entrenadores. La realidad es que ésta quizá sea la parte menos agradable de la gestión de un club, tanto para directores deportivos como para coordinadores y, por supuesto, entrenadores. Muchas veces vence el espíritu conciliador a la programación estrictamente deportiva y suele tener consecuencias.

Los resultados

Importante es, por supuesto, no centrar el foco sobre los resultados estadísticos sino sobre la evolución individual y grupal. Pero pretender dejar a un lado esos resultados e ignorarlos es algo fuera de la realidad. Lo ideal es darles la justa importancia y nunca obviar la evolución deportiva al margen de victorias o derrotas. Alejarse del resultadismo pero siendo realista, ya que se compite para ganar. No querer ver esto es querer quitarle la esencia al deporte. Los moralistas huyen del cómputo de victorias y derrotas y sólo se centran en los aspectos más emocionales. Los exagerados sólo quieren ganar a toda costa y ser un rodillo que ha arrollado al mayor número de equipos al final de la temporada. Como siempre, los extremos no son recomendables y lo suyo es optar por los términos medios. Buscar una implicación, trabajo y esfuerzo acordes y que por sí mismos traerán resultados deportivos positivos. Tanto de las victorias como de las derrotas se sacan grandes enseñanzas y de ahí que lo ideal sería que hubiera de todo en una temporada para aprender lo más posible. Igualmente vital es saber hacer lecturas en positivo de cualquier resultado, pero no obviando lo que haya que corregir o se haya hecho mal. El sobreproteger tampoco es bueno en estas edades.

Veremos lo que depara la temporada que ya tenemos a tiro de piedra a todos. Por lo pronto lo que hay que desear es que reine el buen ambiente, que triunfe el deporte y que todos disfrutemos de ver a nuestras chicas mejorando y dando un pasito más hacia la meta particular de cada una y, sobre todo, hacia el objetivo común.

¡¡Feliz temporada a todos!!


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Una respuesta

  1. Víctor dice:

    Desde luego si no te gusta competir,lo tuyo es bajar a la climatizada por tu cuenta a nadar o irte a correr al parque. Un deporte que consiste en meter una pelota por un sitio (o hacer lo que sea) mientras alguien intenta impedírtelo es por definición competición.

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