Aquel baloncesto

by Basketistas

Los que ya tenemos un buen puñado de años, tantos como para haber llevado nuestras carpetas de instituto forradas con recortes de la revista Gigantes con los Bird, Jordan, Magic, Epi, los hermanos Villacampa, etc., etc., creo que coincidiremos en que antes el baloncesto era otra cosa. Y no me refiero a la evolución atlética de jugadores y jugadoras que ahora son todos auténticos atletas, ni a la llegada del Big Data, las estadísticas avanzadas y la estrategia llevada al máximo nivel. Me refiero más bien a que ahora uno ve partidos de baloncesto base y se ve un 30% de baloncesto y un 70% de algo como un correcalles extremo a trompicones, esquivando empujones, manotazos y golpes camuflados bajo la excusa de “deporte de contacto”.

De acuerdo, el baloncesto es un deporte de contacto, pero el problema es cuando usamos esa expresión para justificar que se despliegue el contacto por encima del deporte. Y es que en los últimos años se da por asumido que para alcanzar metas interesantes en el baloncesto hay que ser “duros/as” y en pista hay que ser “agresivos/as” y así se reclama desde los banquillos y hasta desde las propias gradas. Todo esto además se fomenta desde todos los estamentos y el reglamento, o su interpretación liviana, consiente que muchos partidos se vivan en un constante “ay” por parte de las familias que ven peligrar la integridad física de los jugadores jóvenes, que solo están intentando disfrutar de su deporte como una actividad divertida y saludable.

Nos asombramos de que cada vez más, y en especial en las chicas, haya una epidemia de roturas de ligamento cruzado anterior, meniscos y todo tipo de lesiones en las rodillas que suele destaparse como la articulación más sensible ante este tipo de juego cada vez más exigente en lo físico. Y se va dejando en segundo plano lo que de verdad era el baloncesto, la técnica individual, el juego colectivo, la táctica y anotar canastas, que parece que se nos olvida que el baloncesto era anotar canastas.

una epidemia de roturas de ligamento cruzado anterior, meniscos y todo tipo de lesiones en las rodillas

Ahora mismo, si quieres competir al máximo nivel de tu categoría digamos que tienes que tener claro que vas a tener que “ser más agresivo” que tus rivales. Y ahí es donde se llega al meollo de la cuestión. Hemos desterrado el concepto intenso por agresivo y duro. ¿Dónde acaba el juego de la canasta y empieza la lucha grecorromana en que algunos partidos parecen derivar? El reglamento y las interpretaciones arbitrales hablan de cilindros, de sacar ventaja y muchos conceptos teóricos pero lo que luego se ve en la pista es que suele ser el equipo más “fuerte” el que marca a los árbitros el nivel con el que se va a jugar. Y eso es un error en sí mismo porque el “fuerte” siempre va a llevar el partido a su terreno, las manos constantes, las cargas más que dudosas y la agresividad más allá de lo admisible. Hay árbitros que caen en aquello de “si pito todo lo que estoy viendo me quedo solo” y eso es el principio del fin. También se ve otra versión que es ir cambiando de criterio a lo largo de un partido cuando la “agresividad” parece irse de las manos y eso aún desconcierta más a los participantes.

Uno recuerda cuando jugaba y veía baloncesto hace años y la impresión es que se penalizaba mucho más el contacto, y en especial ese contacto poco deportivo que no fuera ir a intentar jugar claramente el balón. Veíamos el balonmano y sus agarrones, defensas de abrazos y empujones, como un deporte de locos, con todos los respetos para el balonmano. Pues bien, ahora estamos muy cerca de ese nivel de contacto del balonmano pero en nuestro baloncesto. Se beneficia al equipo que más agresivo es, saca ventaja el equipo duro que carga cada jugada, desestabiliza en carrera, en salto y da manotazos a tal velocidad que es imposible saber si toca balón, mano, cara o lo que toque.

Este no es el deporte que era hace años y en el profesionalismo se puede llegar a aceptar porque al final llegan los más fuertes y atléticos, y además es su profesión. En jóvenes que están en edad de estudiar y de disfrutar de su adolescencia, que entran en el deporte también por ser salud física, no deberíamos de aceptar como natural que tengamos que rezar para que nuestro hijo o hija no tenga una rotura o lesión que le haga estar meses convaleciente porque entre todos hemos decidido que el baloncesto puede ser una competición de choque de trenes.

Estamos, a mi entender, en una espiral que beneficia poco al deporte y lo fácil es resumir todo a aquello de que “es que si no compites así no ganas”. Alguien debería de pararse a analizar si se protege la competición dando valor a la esencia del deporte o se deja que siga derivando en otra cosa que no es aquel baloncesto.

Una opinión de Basketistas