En pie y de frente

by Basketistas

Hola,

Vuelvo de las merecidas vacaciones de verano, de intentar desconectar aunque siempre hay alguno que se empeña en que no sea así. Ha tocado darle muchas vueltas a las cosas estas del baloncesto que al final no es más que una afición y como tal, debería de ser algo grato y positivo. Mucho pensar y valorar en estos días y me puse a escribir unas líneas que os comparto.

Ya hace 10 años que andamos por aquí. A veces me intentaba engañar, otras me quería ilusionar, pero en el fondo enseguida que me fui moviendo por el mundo del llamado baloncesto de formación tuve claro que esto no iba a cambiarlo nadie y menos yo, un recién llegado despistado. Poco a poco y la vez sin pausa fui viendo que el caldo de cultivo en el que se desarrolla este baloncesto es en realidad un ámbito cerrado, con unos pocos gobernando a muchos, con los primeros haciendo negocio a costa de los segundos, cómplices por su pasividad y poca o nula implicación para mejorarlo.

He de reconocer que, para mí, todas las actitudes son respetables. Aunque muchas no vayan con mi forma de ser, las respeto. No las comparto ni soy capaz de aplicarlas, pero las respeto. Más aún cuando he podido comprobar en carne propia que ser rémora suele acabar siendo mucho más ventajoso que ser alguien que se postula y pretende mejorar las cosas con sus actos por el beneficio común. Que hay que ser egoísta, vaya.

También tengo que reconocer que al final mi fracaso en esto de intentar poner mi granito de arena para mejorar esas cosas que consideraba que eran claramente mejorables. No he podido hacer más y siento que no he hecho apenas nada. Justo si he conseguido que unos pocos románticos como yo se unieran a esa utópica tarea de modernizar y mejorar el baloncesto base partiendo de la transparencia y la honestidad. Cuento con los dedos de una mano como mucho a esos locos como yo pero los llevo en el corazón. Siempre en mi equipo.

Diez años intentando nadar contracorriente, unas veces más acompañado y otras casi o en solitario. Al final lo único que tengo claro es que mis principios son sólidos y no soy como esos que tienen un catálogo de principios muy surtido para aplicar a la carta y a conveniencia propia. Yo como he dicho soy un romántico de los ideales y prefiero morir de pie con mis principios intactos que vivir de rodillas. Lo mismo que prefiero ir de frente y decir las cosas claras a la cara antes que ser un tahúr de las cartas que siempre guarda un as bajo la manga, aunque con ello perjudique a sus compañeros de partida, a los que hasta llama amigos.

Ha tocado pasar por muchas etapas en estos diez años y al final lo que me queda claro es que tengo la conciencia tranquila, lo que me permite mirar a la cara a la gente y dormir muy tranquilo a pesar de darle muchas vueltas a las cosas. Entre mis errores, he tomado decisiones equivocadas, he hablado de más, me he mojado en exceso, pero siempre todo ha sido con la mejor voluntad y noblemente. En mi haber, no he mentido, no he engañado ni he manipulado para mi beneficio particular, como sí que ha hecho gente a mi alrededor. No he llevado bien las puñaladas por la espalda de compañeros de viaje, pero lo tomo como un aprendizaje más a pesar de mi edad y que perder a según qué gente no es tanta pérdida porque si demuestran que no eran tan amigos es que solo eran compañeros de viaje que cuando les convino se apearon. 

He echado de menos sinceridad, honestidad, franqueza, amistad real, compañerismo verdadero y sobre todo he echado mucho de menos la lealtad. Qué palabra la de la lealtad que muchos parece que ni la conocen. También la coherencia y el ser consecuente, he echado de menos la generosidad y ver que, con más razón en un ámbito deportivo, se prima el conjunto por encima de los egos. 

He conocido a coordinadores, entrenadores y familias de todo tipo. He intentando con todos ser sincero, ir de cara, apoyar y plantear las cosas con honestidad. Por desgracia, en general, no he recibido lo mismo. Unos priman el negocio, otros la comodidad de evitar conflictos y otros solo saben mirarse el ombligo. También ha habido gente que ha valido mucho la pena y unos pocos, los mínimos, que son la mejor recompensa a los años vividos en el baloncesto y que espero mantener cerca mucho tiempo más.

Al final, en este mundillo, no me gusta generalizar pero los que lo gestionan deberían de hacérselo mirar. Como deberían de hacérselo mirar todos los que están implicados en él aunque no sea gestionándolo y debemos hacérnoslo mirar las familias que parece que solo nos alteramos en general cuando a nuestro hijo lo van a bajar de nivel o le van a hacer de menos frente a sus amigos y eso es una enorme ofensa. De lo demás nos da igual, las contabilidades, los planes deportivos, los chanchullos… mientras mi hijo esté bien, da igual todo. Una cosa que he odiado y sigo haciendo es aquella frase para justificar el inmovilismo “no hay nada que hacer, siempre ha sido así”. Pues no, con esa frase nunca hubiéramos avanzado en nada en esta sociedad. Vale de justificaciones.

El resumen es que TODOS queremos lo mejor para nuestros hijos, NO conozco a ningún padre o madre que NO quiera la felicidad de su hijo y TODOS hacemos un esfuerzo (en mayor o menos medida) apoyando la actividad de nuestros hijos. Por eso no entiendo que el egoísmo se pretenda blanquear con esas excusas mediocres. No se puede apelar a esos sentimientos para justificar cualquier comportamiento.

También tengo que decir que este mundo es más pequeño de lo que parece y todo se sabe. Me podrán criticar por intenso, nunca por deshonesto. Yo he vivido de cerca complots para echar entrenadores, yo he padecido vender grupos de jugadoras a otros clubes, y yo he visto a gente volver la cara o marcharse y dejarte sin decir adiós ni mostrar un mínimo de educación, por mucho que no compartieran mis postulados.

Así que en estos momentos estoy, para alegría de algunos, con ganas de decir que el ciclo toca definitivamente a su fin. De gritar un “ahí se queda esto” porque sin voluntad de cambiar nada no vamos a ninguna parte. De soltar que la banca gana a pesar que yo eta constante y tozudo. Porque al final el problema es que ya no tengo fe en nadie. Ha sido una carrera agotadora de diez años y todo lo que empieza tiene un final. Quizá ha llegado el momento. Quizá.

Un saludo y gracias por aguantarme.

Basketistas