Realidades recurrentes

by Basketistas

Estos días ha estado difundiéndose por varias redes sociales un artículo del blog tirolibrescq firmado por la periodista Erea Hierro. El post, que se titula “quítales el móvil, no el basket” y podéis leer aquí, habla de conceptos y situaciones que se dan a menudo, de lugares comunes ya hablados en muchas ocasiones pero que nunca está de más recordar.

En definitiva, trata de conceptos como la sobreprotección que hoy en día ejercemos, o tendemos a ejercer, todos con nuestros hijos e hijas. No deja de ser curioso que a más posibilidades de aprendizaje y formación de los pequeños, cuando son una generación con criterio y herramientas como ninguna, nos empeñamos en mantenerlos en una burbuja cada vez más hermética. Cierto que hoy se perciben más peligros en el “mundo exterior” que nos hacen intentar tener control absoluto sobre lo que hacen nuestros hijos por temor, pero no menos cierto es que siempre ha habido riesgos ahí afuera. Si repasamos nuestra adolescencia, seguro que recordamos los peligros de entonces, las situaciones complicadas que habremos pasado alguna vez. Lo que no vemos es que quizá al vivir hoy en una sociedad de la información, de la inmediatez, llegan a nosotros noticias que en otros tiempos desconoceríamos y nos harían vivir más tranquilos. Complicado el equilibrio entre cuidar de nuestros hijos y prepararles para echar a volar.

También trata de compromiso, esa palabra que define lo que todos queremos que tengan nuestros hijos pero que preferiríamos que les viniera instalado de serie, antes que tener que pelear y trabajar para inculcarlo.  Además ocurre que tenemos distintos baremos y, en función de nuestro nivel de motivación con una actividad, exigimos distintos niveles de compromiso, lo cual quizá también haga que acabemos por desorientar un tanto a los chicos y chicas que queremos convertir en líderes y dueños de su futuro. Hoy por hoy las familias exigimos un compromiso inexcusable en lo que a los estudios se refiere y solemos ser bastante inflexibles en ello. Por contra, si hablamos de una actividad como el baloncesto, cada familia lo vive como le parece y así se acaba transmitiendo a cada jugadora. ¿Que el entrenador pone unas normas? Bueno… tampoco pasa nada por llegar un poco tarde, por faltar a entrenamientos, no llevar la equipación en condiciones, no llevar las botas en la bolsa sino puestas, etc, etc.. De este modo, no sólo estamos desautorizando la figura del entrenador sino que le decimos a nuestra hija que no pasa nada por incumplir normas si éstas no nos interesan. Mala forma de trabajar el compromiso.

Y esto enlaza con otro concepto que es el respeto. Y es que cuando permitimos que nuestra hija incumpla normas, tenga un comportamiento inadecuado y no se tome en serio la actividad, no nos damos cuenta de que le estamos consintiendo una falta de respeto hacia sus compañeras y su entrenador, hacia el club y lo que representa. También nosotros en esto tenemos nuestra parte de responsabilidad, como espejos en los que se miran nuestras hijas. Si no respetamos la autoridad del entrenador, las normas, las compañeras y a las otras familias, si nos oyen comentarios o ven actitudes de falta de respeto o desinterés hacia todo esto, no podemos pedirles que hagan aquello que nosotros dejamos de hacer.

Y para terminar, el concepto de la responsabilidad. Otro pilar importante en su formación como personas y deportistas, aprender a ser responsables. Han de serlo de sus actos y asumir sus consecuencias, aprender que todo en la vida va a funcionar así, bajo el principio de acción y reacción. Han de responsabilizarse para organizarse bien su tiempo como dice el artículo y hasta para ser ellas quienes hablen con el entrenador si necesitan faltar a algún entrenamiento o partido y, sobre todo, han de responsabilizarse de que si fallan, están fallando a sus compañeras, al equipo, a su grupo.

Cuatro pilares básicos en su formación como personas, como profesionales y como deportistas.


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